Un día, mis mejores amigos de
clase y yo decidimos ir bajo un árbol grande en una pradera a contar historias.
Ahí estábamos, María, Rubén,
Pablo y yo.
Los cuatro nos quedamos
dormidos y soñamos que nos montábamos en un gigante gusano.
Nos metía bajo tierra pasando
la corteza terrestre hasta llegar al núcleo y ahí había un país sin explorar;
aquello era: “EL CENTRO DE LA TIERRA ”.
Todos pensábamos que el
centro de la Tierra tendría habitantes, casas, parques, etc.… pero no era así.
Allí encontramos volcanes, fósiles y unos pequeños seres muy extraños.
Íbamos muy bien equipados,
llevábamos comida, bebida, linternas y hasta cerillas. Pensábamos que en ese
lugar tan extraño podríamos aprender muchas cosas, sobre todo de esos seres que
habíamos visto.
Decidimos buscarlos e
intentar hablar con ellos pero no hablaban nuestro idioma, así que nos
comunicamos a través de gestos y dibujos.
Nosotros les enseñamos a
hacer fuego y les hicimos la comida y les dimos Coca-Cola.
Ellos nos enseñaron sus casas
que eran como naves espaciales, eran muy rara pero muy chulas. Nos invitaron a
dar un paseo y fue muy divertido.
Nos llevaron a nuestro futuro
y vimos como los cuatro nos habíamos hecho mayores. Cada uno de nosotros tenía
un oficio diferente: María: era peluquera, Pablo: mecánico, Rubén: médico y yo:
veterinaria.
También vimos que después de
muchos años, los cuatro seguíamos siendo grandes amigos.
De repente unos truenos
acompañados de lluvia nos despertaron de nuestro sueño tan bonito y lo más raro
de todo fue que los cuatro habíamos soñado lo mismo.
Aitana Pérez Lázaro
esta muy bien,me gusta lo que has escritp
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